Esta mañana he ido a celebrar la Eucaristía y por la tarde me he quedado en casa porque no quería forzar la rodilla que todavía me molesta algo y estuve pintando para pasar la tarde entretenida. Cuando comparo mi vida anterior al derrame cerebral y medito sobre las diferencias con mi vida actual, hay algo que no sólo no ha cambiado sino que ha mejorado y es mi relación con los demás, algo que ha sido posible por mi relación con Jesús, que me enseña cada día a tratar a los demás como hacia Él. Me ha costado bastante, es una realidad, pero yo sabía que si era perseverante lograría estar a gusto con mi vida, porque siempre ha sido así, lo recuerdo muy bien y he aprendido que la felicidad no depende de las circunstancias sino de cómo las vivas y yo siempre las he vivido igual, he intentado demostrar que se puede ser feliz a pesar de las dificultades.