Me pasa muchas veces que mi mente me dice “venga, vamos a caminar, un poco más, un poco más» y cuando llego a casa estoy reventada. Todavía a estas alturas, después de tres años, me olvido muchas veces que hay que ir despacio, muy despacio, pero la verdad es que estoy orgullosa de mí, pues todos los días salgo a caminar una hora y aunque llegue bastante cansada al día siguiente vuelvo a hacer el mismo recorrido, pues sé que más tarde o más temprano saldrán los frutos de tanto esfuerzo, de hecho ya están empezando a salir…