MI ESPIRITU

Somos mente, cuerpo y espíritu aunque esta sociedad se ha olvidado de este último, pero yo no, y por eso para que no se me olvidase guardé la libreta en la que escribía cómo me sentía espiritualmente y fui viendo el progreso. Al principio, cuando me sentaba a hablar con Dios y expresaba por escrito lo que sentía, lo único que salía de mí era amargura, reproches… hasta que un día empecé a preguntarme para qué y no por qué, y en el momento en que encontré la respuesta comenzó todo a ir mejor. Creo que la felicidad consiste en saber lo que uno tiene y disfrutar de ello, así que empecé a descubrirlo y poco a poco mi alma se sosegó.También me di cuenta que la verdadera felicidad es hacer feliz al otro y en mi caso Dios me pide que transmita la alegría que supone estar cerca de Él y me siento afortunada de poder hacerlo, por eso sé que en el lugar donde me toca estar en cada momento de mi vida debo hablar de Él y demostrar con mi actitud que es más fácil luchar si sabes que hay una mano que te sostiene cuando estás a punto de caerte pero también que te exige porque confía en ti y te ayuda a ver en qué te equivocaste para rectificar. El que sufre hace sufrir y a mí también me pasó pero hoy ya no sufro más que cualquier mortal lo que si es verdad es que he aprendido a manejar mis sentimientos y de esa manera no hacerme daño a mi ni a los demás.

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