UNA ACTITUD DE TOTAL DISPONIBILIDAD

Este domingo no he ido a celebrar la eucaristía porque ya la había celebrado ayer en otra parroquia saliendo de mi zona de confort, pero como contaba con la ayuda de mi amiga María pude sortear los obstáculos con los que me encontré. Me gusta mucho la Navidad y quiero tener una actitud de total disponibilidad para acoger a las personas con las que voy a celebrar estos días tan especiales para mí. Quiero estar lo más a gusto posible físicamente y por la mañana preparé mi cuerpo como cada día haciendo bastantes estiramientos y por la tarde ya no salí porque me desperté tarde de la siesta y había disminuido mucho la luz solar, por lo que me dediqué a leer, a hacer ejercicios de memoria y de inglés y de esa manera no desaprovechar la tarde. No me gusta nada perder el tiempo y gracias a Dios las secuelas que me dejó el derrame cerebral no me impiden entrenar mi mente para que se pongan en marcha las conexiones neuronales perdidas por el impacto del ictus. Pero lo que menos me gusta es perder el control de mis emociones por culpa de mi genio que poco a poco, muy lentamente voy domesticando.

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