Esta mañana como cada día me preparé para hacer los ejercicios de memoria y los estiramientos, que hoy los he hecho a conciencia porque con la baja temperatura temía que la espasticidad se me disparase. Aunque no fue así, comprobando la eficacia de los ejercicios que me propuso Carolina, mi fisioterapeuta. A pesar del frío aprovechamos que el cielo estaba despejado para ir al puerto a pasear, y aunque regresé algo cansada, después de comer una pequeña siesta hizo la función de reponer la energía gastada. Cada día me siento más fuerte físicamente, ya quedaron atrás aquellos días en los que llegaba exausta de cada caminata. Este avance es real y por eso tengo la necesidad de contarlo para que otros enfermos como yo no decaigan en su lucha por recuperar las funciones neuronales perdidas, un esfuerzo diario que se lleva mejor contando con la ayuda de Jesús, algo que tengo que compartir para que todos los que decidan contar con Él puedan recibir sus beneficios.