Hoy he cambiado un poco mi rutina: salí por la mañana a hacer unos recados por el barrio y por la tarde me quedé en casa donde además de hacer algunas tareas domésticas que me he asignado y que gradualmente voy añadiendo a mi lista de quehaceres , hice bastantes estiramientos para mantener bajo el nivel de espasticidad, pero antes de todo esto estuve un buen rato en intimidad con Jesús y me sentí muy identificada con el hombre que hoy protagonizaba el evangelio; un enfermo del que nadie se percataba de su sufrimiento excepto Jesús que observaba lo que hacían sus amigos para ayudarle sin lograrlo. Así me sentí yo los primeros años de la enfermedad. Una olvidada de los hombres pero nunca abandonada por Dios.