Hoy me he levantado con la determinación de trabajar físicamente sin dejar espacio para la pereza. Por la mañana no salí pero me preparé el cuerpo para relajar los músculos haciendo los estiramientos y a primera hora de la tarde después de descansar unos minutos me puse los tenis y me adelante a mi personal trainer saliendo de casa sola mientras él terminaba una faena. Haber conseguido esta independencia me parece un regalo del cielo. Hace un tiempo no tenía esta iniciativa y protestaba bastante por las órdenes que me daba mi personal trainer, hasta que descubrí que quejarse es una perdida de tiempo, es caminar sin avanzar y no tiene beneficio alguno.