Antes de recibir la sesión de rehabilitación no sentía mis músculos demasiado espásticos pero al terminarla me encontré muchísimo mejor de lo que esperaba. Siempre me pasa lo mismo y no sé si son las secuelas en mi memoria que no me permiten recordar con claridad lo que pasa después de cada sesión y me sigue sorprendiendo la eficacia de este método. Cada sesión cuesta treinta euros, un precio que gracias a Dios me puedo permitir y que todos y cada uno de los enfermos como yo tendrían que poder permitírselo para tener una calidad de vida.