La segunda sesión de rehabilitación de la semana ha sido intensa y me he concentrado todo lo que pude en cada ejercicio para que los resultados en mi cuerpo fueran óptimos. No hay resultados buenos sin esfuerzo, sin constancia, sin paciencia y mi cuerpo está recibiendo los frutos del trabajo de diez años, un trabajo que no está terminado pero hay que alegrarse de las pequeñas victorias sobre nosotros mismos que nos sirven de entrenamiento para otras batallas.