Antes de levantarme de la cama he hablado con mi buen Dios para que me acompañase en este día y también para que me diese la energía que iba a necesitar para hacer con firmeza cada uno de los ejercicios que tengo que llevar a cabo en la sesión de rehabilitación, porque no siempre me resulta sencillo mantener la concentración para hacer correctamente cada uno de los ejercicios que me propone Carolina, mi fisioterapeuta, como tampoco me pareció sencillo lo que me propuso Jesús: poner la otra mejilla, que no hay que tomarlo en el sentido literal de la expresión, sino que consiste en interpelar al otro de forma pacífica pero decidida. Este mensaje lleno de sabiduría y de verdad hizo posible que hoy me centrase en soportar con paciencia los defectos de los otros.