Esta tarde he superado por segunda vez el límite que tenía de una hora entrenando a una hora y media. Llevo unos días haciendo un entrenamiento que me está repercutiendo muy positivamente y que consiste en subir escaleras y pararme cada cinco escalones para flexionar la rodilla varias veces agarrada a la barandilla y así fortalecerla, un ejercicio algo parecido a otro que realizo con Carolina, mi fisioterapeuta, a quien se lo consulté y lo aprobó. Como lo hacemos en una zona a la que accedemos andando, también aprovecho para caminar algunos tramos sin el palo de trekin, algo que me motiva de forma especial porque me hace creer que estoy más cerca de la independencia, aunque estos tramos no son muy largos porque me canso al tener que estar muy concentrada para no perder el equilibrio. Si todo dependiera de mi capacidad sería imposible llevar esta enfermedad como lo hago porque es dura y sé que soy afortunada por contar con Alberto para mejorar mi cuerpo y con Jesús para dejarme guiar por su espíritu.