Cuando nos sentimos mal y buscamos en el exterior el motivo casi siempre nos equivocamos, algo que descubrí ya hace tiempo y que intenté transmitir a mis hijas cuando se sentían mal y buscaban un culpable repitiéndoles las palabras que en una ocasión Jesús dijo a sus discípulos: «Nada malo viene de fuera». No deberíamos buscar fuera a los enemigos internos que nos quitan la paz. No pocas veces culpo a mi enfermedad de mi mal genio, aún sabiendo que la actitud es la clave para seguir adelante, pero sobre todo la paz, como la que recibí hoy cuando leí lo que me dijo Jesús a través de la Palabra: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo». Para mi no hay nada ni nadie en este mundo que me calme más, son palabras que me llegan al corazón y consiguen que viva el día con mucha más serenidad, la que me llevó a coger mi palo de treckin e irme tranquilamente a hacer mi caminata hasta el parque un día más.