Antiguamente se creía que las enfermedades eran la causa del mal que habían hecho en su vida las personas que las padecían. Yo he cometido unos cuantos errores, mi comportamiento no siempre ha sido ejemplar, pero jamás creería que mi buen Dios tiene algo que ver con lo que me ha pasado, todo lo contrario. Dios ama la libertad de sus hijos y nosotros hacemos con ella lo que creemos mejor, aunque no siempre acertamos. Yo le he dado muchas vueltas a las causas por las cuales sufrí el derrame cerebral, pero no tengo la respuesta, lo que sí tengo es la certeza de que mi Dios es un Padre bueno que me quiere con locura, que conoce bien mis miserias y que siempre, siempre que me acerco a Él arrepentida me disculpa… y yo me dejó perdonar