He comenzado la semana con muchas ganas de seguir trabajando y superándome en cada uno de los ejercicios que tengo que hacer en la sesión de rehabilitación. Trabajar, superarse, sacrificarse, esa fuente de exigencias profundas y radicales son el día a día de una persona que vive las secuelas de un derrame cerebral y que quiere aprovechar esta segunda oportunidad que le ha regalado la vida. Exigencias que no sólo experimenta el enfermo sino también aquellos cuidadores que no las viven como una imposición, sino como las exigencias del amor.