Un día más en el que me he propuesto bajar a la tienda aunque no me apetezca, porque es una tarea que obliga a mi cerebro a hacer conexiones neuronales ya que tengo que estar atenta a varias cosas a la vez: recordar la lista de la compra, mantener el equilibrio, contar el dinero… Hoy apenas hice ejercicios de memoria, pero estuve escuchando por internet a un hombre que decía que hay que saber lo que la vida nos da, que lo que alimenta al alma es vivir el aquí y el ahora, que no hay que controlar la mente, sino aceptarla tal como es. También dijo que las palabras cambian el mundo, pero el silencio nos cambia a nosotros, algo que practiqué hoy aunque no lo conseguí del todo. Por la tarde fui con mi personal trainer a dar una vuelta a la manzana, un trayecto que ya me supone mucho menos esfuerzo que antes y que hoy recorrí una parte sin el palo de treckin, algo que celebré cuando llegué a casa tomándome un té y dándole gracias a mi Dios por haberme concedido lo que le pedí insistentemente: saber lo que tengo y disfrutarlo.