Otro domingo más sin darme tiempo a celebrar la Eucaristía, lo que favoreció estar más tiempo en intimidad con Jesús y también para leer la historia de un monje budista que luchó y trabajó cada día para mejorar la vida de las personas. Me gusta leer sobre todo tipo de personas pero principalmente sobre aquellas que intentan mejorar el mundo desde el lugar que les ha tocado nacer y aprender de ellas. Como era temprano y aún faltaba tiempo para comer bajé con Loreto a un parquecito nuevo que está a unos metros de casa a tomar el sol y quitarme la sensación de humedad del cuerpo. Por la tarde salí a caminar con mi personal trainer y aunque llegué cansada no me importó, porque como he comprobado muchas veces, es un cansancio que deja totalmente relajado mi cuerpo. Ya no discuto casi nunca con mi personal trainer sobre ir a un lugar u otro, dejándome llevar por él. Ya no quiero hacer planes en mi cabeza, ya no; quiero disfrutar conscientemente de cada tarea que puedo realizar y abandonarme en los planes de mi buen Dios.