Hoy me he quedado todo el día en casa ayudando un poco, muy poco, con las tareas domésticas y al terminar de hacer los estiramientos y los ejercicios de memoria me propuse vivir con alegría y sin quejas el día del Señor. Me pareciese mejor o peor lo que hicieran los míos, yo tenía que cumplir mi promesa. Estuve pasando un rato en intimidad con Jesús, y soy consciente cada vez más, de lo mucho que el Maestro está pendiente de las necesidades humanas(físicas y espirituales). Su vida fue una constante actitud activa y así quiero que sea la mía, porque es verdad que a veces hago menos de lo que podría y probablemente debería.