Esta mañana cuando me desperté y me fui a desayunar, mientras estaba fregando, entró mi hija Loreto en la cocina me dijo algo que percibí como una actitud borde hacia mi y yo le respondí de manera inmadura más borde todavía. No me gusta nada mi falta de control porque eso no educa. La verdad es que llevo unos días algo susceptible y no sé muy bien porqué. No quiero juzgar a mi hija porque precisamente hoy Jesús me instruye en eso. Me encantaría responder siempre tal como lo hacía Jesús cuando lo trataban mal. Es mucho más difícil amar a los demás si no sentimos el amor de Dios. Yo siento el amor de Jesús y he aprendido de Él que un mundo sin cruz es un mundo sin esperanza.