Este lunes festivo no he tenido sesión de rehabilitación y aunque la hecho de menos he intentado hacer lo que está en mis manos para mantener mis músculos relajados. Por la mañana hice estiramientos y bajé a comprar el pan con más confianza en mí misma, aunque eso sí, acompañada de mi bastón de treckin. Por la tarde estuve leyendo un libro que me regaló mi amiga Cristina Gamundi del Dalai Lama, una persona que me inspira y me ayuda a mejorar mi vida. Leí sobre la ira, emoción que no siempre he sabido gestionar haciéndome mucho daño y que al contrario que algunos piensan es un signo de debilidad. Aprendí que la fórmula para vencerla es cultivar un sentimiento afectuoso hacia los demás, algo que serena automáticamente la mente disipando los miedos y nos da la fuerza necesaria para hacer frente a los obstáculos a la vez que aumentan nuestra serenidad y fuerza interior.