No ha sido fácil delegar en otros lo que formaba parte de mis obligaciones pero no he tenido más remedio que aprender. Antes era yo la cuidadora, la organizadora, pero eso terminó y fui relegada por un tiempo. Me costó muchísimo aceptarlo pero hoy por hoy ya formo parte de esa organización que es necesaria en un hogar para que no surja el caos. No tuve otra opción que dejarme llevar por mis cuidadores, pero no lo hubiera conseguido sin la ayuda de Jesús, mi maestro, el que me invita a ser como una niña y hacerme pequeña.