Qué fácil es ver los defectos en los demás y cuánto nos cuesta ver los propios, pero todo se puede aprender si tenemos interés. Conocerse a uno mismo es una tarea ardua, exige mucho esfuerzo y una buena dosis de humildad. No es malo que corrijamos a un hermano por alguna falta que haya cometido, pero siempre con ánimo de corregir teniendo en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que miráis se os medirá.