Cada día voy incorporando a mi rutina los ejercicios de la mano izquierda y de memoria con la confianza de saber que, si sigo insistiendo, las neuronas seguirán buscando las conexiones necesarias para encontrar su función perdida a causa del derrame cerebral. Algunos no creen en esta realidad y otros aseguran que sería necesario un milagro. Yo también, pero Dios nos necesita para hacerlo.