Nunca me ha gustado la rutina pero dada mi situación tengo que seguir unos hábitos diarios para que mi vida sea más llevadera. Al principio esto me fastidiaba bastante, hasta que comencé a vivir de otra manera: empecé por hacer aquello que estaba dentro de mis posibilidades centrándome en hacerlo cada día mejor, situaciones en las que no faltaron momentos de verdadera frustración. ..pero ya pasó. Conforme iba ganando seguridad y equilibrio aumentaba mi independencia y me ponía un nuevo reto: gestionar mis emociones negativas para vivir mi enfermedad con serenidad. He avanzado mucho, pero seguro que puedo mejorar, y por último he conseguido saber lo que tengo y disfrutarlo, algo que le he pedido y le sigo pidiendo a Dios para dar la importancia que tiene a las cosas pequeñas de cada día.