Este año me he tomado en serio prepararme para recibir la llegada de Jesús, un acontecimiento que una creyente como yo no puede vivir de cualquier manera. He tenido que prepararme para ser capaz de amar a mis semejantes a pesar de nuestras diferencias porque eso es lo que espera Jesús de mi. No importan los regalos, ni tampoco lo sabroso que estén los platos que cocinemos, aunque todo eso está bien pero no es lo fundamental. Si de verdad queremos sentir su presencia podemos empezar por amar.