Son las nueve de la noche y hasta ahora no ha dejado de llover, lo que nos ha impedido salir a caminar, pero a pesar de ello he estado bastante entretenida leyendo el libro de Rafael Santandeur, «El arte de no amargarse la vida». Aunque ya lo he experimentado , me ha confirmado que la enfermedad no es un impedimento para ser feliz Al principio del derrame me resultaba imposible serlo, lo admito, pero en el momento en el que acepté mi situación, dejé de lamentarme y comencé a colaborar con mis cuidadores todo comenzó a funcionar. Esto pasa con todo en la vida. No podemos esperar a que los políticos solucionen todos los problemas, aunque ellos tienen su parte para hacer. Ni siquiera basta con rezar y pedirle ayuda a Dios, porque Él espera de cada uno de nosotros una respuesta dependiendo de nuestras capacidades, pero lo que es seguro es que todos podemos aportar, y si es posible hacerlo los doce meses del año, no sólo en Diciembre porque es Navidad.