En estos momentos son las nueve menos cuarto de la tarde noche y estoy notando un pequeño dolor en las costillas provocado por la caída del lunes en el cuarto de baño, una molestia que no me ha impedido hacer esta mañana los ejercicios de rehabilitación, lo que ha favorecido mi estado físico y pude hacer algunas tareas domésticas para enviarle una señal a mi cerebro que no es para tanto. Si yo me digo que soy capaz de mover una determinada parte de mi cuerpo estoy enviando una orden directa a mis neuronas que provocarán ese acto voluntario que nace de creer en nuestras posibilidades. Hay dos cosas en las que tengo plena seguridad: continuaré trabajando cada día para lograr mi independencia y seguiré anunciando el mensaje de Jesús para cumplir la voluntad del Padre, sabiendo que es lo que me pide en estos momentos de mi vida, algo que puedo hacer, me gusta hacer y lo debo hacer sin doblegarme.