Ayer la sesión de rehabilitación me dejó tan hecha polvo que dormí una siesta de campeonato. Quizás el motivo fue que Carolina me tocara en algunos puntos que me causaron un poco de dolor y que añadido al resto de ejercicios habituales agotaron toda mi energía. Por la tarde decidí descansar y esta mañana me he despertado con ganas de hacer las tareas cotidianas de manera tranquila, sin prisas, como le gusta al Señor. He pensado el menú y como lo va a elaborar mi hija Loreto, yo me centraré en una sola cosa, encontrar al Señor en cada situación de mi vida ordinaria, porque hay algo santo escondido en las situaciones más comunes que toca a cada uno de nosotros descubrir.