Sé que llegará el día en el que las secuelas del derrame cerebral no me pesarán tanto. Tengo muy claro que lo que vivo hoy no puede justificar un comportamiento negativo, por ello cada día y cada momento busco la manera de no caer en la tentación del pesimismo, de la desesperanza, ya que de ser así, estos pensamientos destructivos me desviarian de lo que creo me pide Jesús, sobre todo cuando estoy cansada, como hoy, algo que mi familia me notó aunque yo no queria admitirlo, pero se me notaba bastante. A ellos no puedo engañarlos pero no me gusta quejarme porque hacen todo lo posible para facilitarme la vida del mismo modo que no puedo fallar a Jesús, sólo tengo que seguirle.