Acabo de terminar la sesión de rehabilitación y de algo estoy segura: ningún enfermo como yo debería prescindir de la fisioterapia, pues sabemos que de momento es lo único que puede aliviar nuestra espasticidad. Tampoco le debería faltar a nadie un logopeda o un terapeuta ocupacional, lo que ha removido en mi algo por dentro; el hecho de intentar crear una asociación de daño cerebral adquirido en Ferrol. Como no sabría por donde empezar se me ha ocurrido ponerme en contacto con la asociación que ya existe en Coruña y proponerles abrir una sede en mi ciudad. Lo primero sería darles a conocer nuestro libro que ya está en camino, pues mi hija Loreto que está estudiando el ciclo de impresión editorial ha hecho el proyecto de final de curso de «Zona de penumbra», nombre con el que titularemos el libro. Todo va despacio, igual que la recuperación del ictus, pero eso no debe frenarme en el empeño por hacer algo que realmente daría sentido a mi vida. Esta tarde ha venido mi hija Cris a casa y se ha presentado voluntaria a ayudarme. Estoy segura que Jesús está detrás de todo esto apoyándome porque desea tanto como yo que alcance la victoria de la cruz.