Acabo de bajar a hacer la compra con mi hija Blanca al supermercado que hay al lado de mi casa y aunque muchas veces le comento a Loli, la dueña del establecimiento, que el día3 que vaya yo sola significará que ya puedo celebrar mi independencia, todavía no tengo la capacidad para alcanzar esa meta, Loli me ha regalado un queique como premio por hacer el esfuerzo de acompañar a Blanca, lo que me invita a llevar con alegría la cruz de cada día.