Qué mala costumbre la que tenemos los humanos de estar constantemente preocupados por cosas que ni siquiera sabemos con certeza si van a ocurrir. Si viviésemos el presente haciendo las cosas lo mejor que sabemos se disiparían todos nuestros temores, nos daríamos cuenta que lo que pasa en este instante es la única realidad y nos ahorraríamos un montón de inquietudes porque recordaríamos que obrando así nunca nos faltará la protección diaria de Aquel que sabe lo que necesitamos antes de pedírselo.