El mes de mayo, exactamente el día tres, cumplí tres años desde que me dio el derrame. Todavía dependo de los míos para ducharme, para pelar una manzana,… pero si me ayudan ya puedo hacer algunas comidas, me visto sola, me maquillo, puedo leer libros interesantes sin que me falle la memoria pero sobre todo me puedo reír y eso hace felices a mis cuidadores. El hecho de reírme no quiere decir que no tenga momentos de tristeza pero ya puedo aplicar el proverbio chino que dice “no puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza pero sí que anide sobre ella».