Poco recuerdo de los médicos, de las enfermeras y demás personal sanitario. Tengo clara alguna consulta con una sicóloga a la que fui con mis cuidadores y que me entró la risa. No quiero decir con esto que fuese una mala profesional, es que en esos momentos no tenía consuelo y lo que me decía me parecía una tontería aunque más adelante pude sacar algo positivo de aquellas consultas.
Recuerdo con bastante claridad mi primer contacto con el fisioterapeuta, Daniel. No sé porqué motivo yo tenía la idea equivocada de que los fisioterapeutas eran brutos y que lo que me iban a hacer me iba a doler un montón, me los imaginaba como uno de esos entrenadores del ejército americano que te obligan a hacer una serie de ejercicios durísimos aguantando el dolor y diciendo “si señor”….que equivocada estaba. Desde el primer día las terapias con Daniel, luego con Hugo, y más tarde con Javier fueron muy positivas . Los fisioterapeutas tienen mucha paciencia, hacen su trabajo con mucha vocación y te transmiten esperanza, igual que los terapeutas ocupacionales como Verónica, que me trataba con una empatía que transmitía mucho amor. Además de mis terapeutas físicos también conté con terapeutas sicológicos como Concha que aunque en un principio no confiaba mucho en ella o más bien en su terapia, más adelante fui consciente de lo mucho que me ayudó. Pude llorar con ella, pude consolarme y me ayudó a ver lo bueno que todavía existía en mi vida. Con ellos estuve un año y medio hasta que me dieron el alta pues se suponía que mi etapa de recuperación con ellos había terminado. Ahora empezaba una nueva etapa sin ellos y reconozco que eso me dio miedo pero con la fuerza de mi familia seguimos caminando hacia delante.
Actualmente Alba es mi nueva fisioterapeuta, tiene 25 años, es joven pero es una gran profesional, su manera de trabajar conmigo me motiva lo que me hace salir de cada sesión con optimismo y con la sensación de avance.
Soy dependiente... 